Remolacha roja Bull’s Blood

De origen neerlandés, la remolacha roja Bull's Blood se cultiva principalmente por su follaje rojo carmesí con vetas granate que puede alcanzar los 45 cm de altura. Produce un efecto visual muy contrastado en el huerto y en los mescluns. Sus hojas casi negras tienen un sabor muy pronunciado. La raíz, por su parte, tiene un sabor muy dulce en comparación con otras variedades. La Bull's Blood es muy resistente y soporta tanto el calor como el frío.

Plantada en cajitas a mediados de invierno (febrero), permitirá apreciar sus jóvenes retoños un mes después a mediados de marzo. En abril, la primera cosecha está lista para ser consumida. Su versatilidad la hace atractiva en más de un sentido: tanto para las hojas como para las raíces, consume esta variedad durante todo el año hasta el invierno. Para conservar todo su sabor, no esperes a que la raíz sea demasiado grande para cosecharla. Versátil, lo es también en cuanto a los métodos de preparación y cocción que le convienen. Cruda, horneada o al vapor, sabor y ternura están garantizados. Por lo tanto, puedes planificar una hilera para las hojas jóvenes y otra para las raíces. El rendimiento de esta remolacha ronda generalmente los 4 kg por m².

Las remolachas son vegetales raíces bianuales. El primer año se dedica a la acumulación de nutrientes en la raíz. El segundo año, la planta utiliza esta reserva para producir la floración y luego la monta en semillas. La raíz comestible se cosecha el primer año, pero si deseas producir tus propias semillas, tendrás que esperar al año siguiente reservando algunas plantas para este fin. A veces llamadas zanahoria roja o raíz roja, las variedades de remolachas difieren, sin embargo, por su color: existen rojas, blancas, amarillas, naranjas o rosadas, por sus formas cilíndricas, esféricas, ovales, etc. y por su contenido de carbohidratos. Se clasifican en tres grandes categorías:

• las remolachas hortícolas generalmente plantadas en los jardines,
• las remolachas azucareras cultivadas en campo abierto para extraer el azúcar,
• y finalmente las remolachas forrajeras destinadas al ganado pero muy sabrosas en la alimentación humana.

La remolacha no solo es un alimento rico en carbohidratos, sino que también es conocida por su alto contenido en vitaminas y minerales, especialmente potasio.

La conservación: una vez arrancadas las remolachas, se dejan secar de nuevo durante un día completo en el suelo. Para conservarlas durante todo el invierno, se recomienda almacenarlas en un lugar fresco y oscuro como un sótano, una bodega. Para optimizar la conservación y preservar al máximo las cualidades gustativas, puedes enterrarlas bajo una capa de arena bien seca.

El truco del jardinero: las remolachas deben ser plantadas a pleno sol pero también deben permanecer en un suelo fresco. Para mantener estas dos condiciones, piensa en mulchar alrededor de las plantas.