Picea omorika Morava - Pícea de Serbia

El  Picea omorika 'Morava' es un enano conífero de crecimiento muy lento, también uno de los abetos más bellos de Serbia. Forma un bonito domo compacto y muy luminoso, ya que su cortas agujas juegan con la luz, mostrando un reverso plateado que contrasta con su parte superior verde oscuro. Sus ramas cortas y muy densas se asemejan a pequeños cepillos. Su silueta redonda y plateada es interesante en pequeños jardines, grandes rocallas, y se ve maravillosa en macetas en la terraza. Es un pequeño conífero muy resistente, poco exigente, que no requiere poda. Se conforma con un suelo drenado no demasiado seco, no demasiado calcáreo y una exposición soleada.

El Picea omorika, también conocido como abeto de Serbia, es una planta de la familia de las pináceas originaria de Bosnia y Serbia. Es una especie rara, endémica del valle del Drina (en el oeste y este de Serbia). En su entorno natural, muy duro, este árbol supera los 30 m de altura y muestra un porte piramidal estrecho y ramas colgantes. Este conífero muy tolerante con el tipo de suelo, soporta muy bien la contaminación.

'Morava' es una variedad enana, de porte muy compacto, que forma después de muchos años un domo o globo muy regular, un poco más ancho que alto. Su crecimiento es muy lento, del orden de 4 a 5 cm por año. Un ejemplar de 20 años alcanzará una altura de 40 cm y un diámetro de 80 cm. En su madurez, alcanzará una altura de 80 cm con aproximadamente 1 m de envergadura, según las condiciones de cultivo. Produce ramas rígidas, delgadas y cortas, dispuestas en una mata tupida y muy apretada. Están cubiertas de agujas aplanadas, dispuestas en densos cepillos y aromáticas (olor a resina). Son de color verde oscuro en la parte superior y tienen 2 bandas blancas y brillantes en la parte inferior, lo que le confiere al follaje reflejos plateados.

El Abeto de Serbia enano 'Morava' merece ser descubierto y plantado más en jardines, casi en toda Francia. Por su facilidad de cultivo, su personalidad y su desarrollo muy reducido, es una planta perfecta para pequeños jardines, rocallas y terrazas. Se adapta bien a muchas situaciones, soporta la sequía temporal y se adapta a diversos climas, siempre que el suelo que lo recibe esté bien drenado. Esta planta se combina bien con grandes piedras, líneas geométricas y estructuras de albañilería. Las verdaderas cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere el esteticismo de las formas, las siluetas y las texturas a la danza de las floraciones. Estas plantas de permanencia tranquilizadora estructuran duraderamente un macizo, marcan los senderos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente la fuerte presencia del boj recortado o del acebo. Se asocian bien con vivaces tupidos, como brezos, geranios perennes o salvia arbustiva, con plantas de cobertura como aubrietas, cerastiums, así como con arbustos de flores ligeras como gauras. Todo es jugar con los volúmenes y los colores.