Quercus cerris Variegata - Roble de Turquía

El Quercus cerris Variegata es una variedad panachée poco común del Roble de Turquía, fácilmente reconocible por su follaje muy original y luminoso. Las hojas presentan un agradable dentado bastante irregular y relativamente profundo, y su color verde se adorna con un amarillo brillante, que ocupa una superficie variable según las hojas. Por lo tanto, cada hoja es única en su género, otorgando un aspecto muy ornamental a esta variedad. De crecimiento más lento que la especie botánica, con el tiempo forma un árbol de tamaño mediano, un poco más alto que ancho, con la copa redondeada. Crece en exposición soleada, tolera la media sombra, acepta suelos calizos y zonas costeras.

El Roble de Turquía pertenece a la familia de las Fagáceas, al igual que la Haya y el Castaño. Es originario del sureste de Europa, y se extiende desde la península de los Balcanes hasta la orilla occidental del Mar Negro y Europa central. Es una especie de clima templado cálido, que aprecia los suelos calizos, pero teme las sequías prolongadas.
La especie botánica, de crecimiento rápido, alcanza en promedio 20m de altura por 10-12m de envergadura, pero muestra un porte muy variable, más o menos extendido, irregular. Este roble desarrolla una copa de forma ampliamente cónica que se redondea con el tiempo. No es raro que su rama principal se eleve y se prolongue hasta la cima, tomando el relevo del tronco al ramificarse en ramas robustas que formarán la copa. El tronco está cubierto por una corteza rugosa y estriada, fragmentada en largas placas.
La variedad hortícola Variegata muestra un desarrollo más limitado que la especie tipo, y también un crecimiento un poco más lento. Esto es clásico en las plantas panachées, ya que la superficie verde de las hojas es menos importante, y como es ella la que asegura la fotosíntesis, la planta tiene un potencial de crecimiento inferior (las partes amarillas de las hojas no contienen la clorofila indispensable para la fotosíntesis). De forma piramidal a cónica, la silueta más o menos irregular termina con el tiempo redondeándose para dar un hermoso árbol un poco más ancho que alto, de aproximadamente 15 m de altura por 12 m de envergadura.
Las hojas miden de 6 a 12 cm de longitud, son estrechas y alargadas y tienen un dentado muy irregular. El limbo de la hoja presenta lóbulos de tamaño variable, algunos de forma triangular, otros con muescas curvadas. El verde oscuro original está aquí fuertemente mezclado con amarillo, este panaché muy irregular puede limitarse a un margen en el borde de la hoja, o cubrir más de la mitad de su superficie. Las hojas están dispuestas alternadamente en ramas de color verde oliva, y la vegetación es bastante densa, dando un aspecto muy luminoso a este árbol. La superficie de las hojas es ligeramente lustrosa, lo que refuerza aún más su interés ornamental. En otoño, el follaje adquiere un tono amarillo ámbar antes de secarse, y persiste en el árbol durante mucho tiempo antes de caer al suelo.
La floración, que florece en mayo, de color amarillo, es bastante discreta. Este Roble se distingue por el aspecto curioso de sus frutos: la mayoría de las bellotas están envueltas en una cúpula hemisférica, densamente cubierta de largas escamas rizadas, curvadas hacia atrás, y cubiertas de un pelaje gris. Las grandes bellotas, alargadas, miden de 2,5 a 4 cm de largo y 2 cm de ancho. Son solitarias o agrupadas de 2 a 4, de color naranja en la base y marrón-verde en su extremo.
El sistema radicular de este Roble es profundo y potente, de tipo pivotante, asegurando así un agarre sólido y duradero en los suelos profundos que aprecia. Prefiriendo el calizo, crece en la mayoría de los suelos, excepto los demasiado ácidos, y tolera la proximidad a la orilla del mar. Prefiere las exposiciones soleadas, pero soporta una sombra ligera, que iluminará con su magnífico follaje. Bastante rústico, soporta heladas de hasta -20°C aunque a veces estas puedan agrietar su corteza.

El Roble de Turquía es una esencia tolerante que se adapta a la mayoría de nuestras regiones, siempre que se instale en un suelo lo suficientemente profundo y no demasiado seco. Su variedad panachée amarilla es poco común, aunque merece plenamente su lugar en nuestros jardines. Sin embargo, es necesario disponer de suficiente espacio para realzar este hermoso árbol, ya sea aislado en un césped o como pieza central de un macizo variado. Así, podrás crear un magnífico contraste plantando a sus pies un Sambucus nigra Black Lace, un magnífico Saúco de follaje lacinado casi negro. A principios de verano, te deleitará con una hermosa floración rosa pálido. Para animar el otoño, planta en primer plano un Euonymus alatus, pequeño arbusto discreto durante la temporada, cuyo follaje se enciende de rojo púrpura con los primeros fríos del otoño. Su aspecto un tanto salvaje se combinará perfectamente con el espíritu de tu macizo. Y para mantener una tonalidad natural, añade un Amelanchier Ballerina que te obsequiará con una magnífica floración primaveral blanca, seguida de frutos rojos decorativos y comestibles, mientras que el follaje concluirá la temporada con un espectáculo de rojo, naranja y púrpura."