Amaryllis belladonna Alba

El Amarilis belladonna Alba es una forma blanca del Amarilis bastante rara en cultivo y mucho menos común que la forma rosa en la naturaleza. Esta planta bulbosa originaria de las llanuras sudafricanas está perfectamente adaptada a los jardines mediterráneos donde encuentra su clima preferido. Sus flores blancas y perfumadas que se asemejan a los lirios aparecen a finales de verano, llevadas por tallos sólidos. La hoja en forma de cinta, evocando a las agapanthus, emerge del suelo en otoño y desaparece a finales de primavera, antes de la llegada de la sequía estival. En el jardín, se planta este amarilis en macizos o en borduras soleadas. En regiones muy frías o húmedas en verano, el cultivo en macetas es imprescindible.

El Amarilis Belladonna, también conocido como Brunsvigia rosea o amarilis Belladona, es originario de las praderas de la región del Cabo en Sudáfrica. Una región donde los veranos son secos y los inviernos suaves y lluviosos. Es una planta de la familia de las Amarilidáceas o de las Liliáceas según las clasificaciones. Según las fuentes, y dependiendo de la humedad del suelo en invierno, su bulbo es capaz de soportar breves heladas del orden de -12°C. 'Alba' solo se diferencia por sus flores blancas. Esta planta tiene un gran bulbo marrón en forma de botella que le sirve como órgano de reserva para pasar el verano, en período de reposo. La floración tiene lugar antes de la aparición de las hojas, generalmente a finales de agosto. Del suelo emergen tallos florales cilíndricos, oscuros, que miden 60 a 70 cm de altura. Cada uno lleva 4 a 6, e incluso 8, flores fragantes de 8 a 10 cm de diámetro. Están compuestas por 6 tépalos de sustancia gruesa y carnosa. Su color es un blanco puro a blanco marfil, el corazón de la flor es amarillo, liberando un ramillete de largos estambres de antera amarilla de oro.  Posicionados espalda con espalda y apretados unos contra otros, forman juntos una composición única. Al final de la floración, entre septiembre y octubre, emergen las hojas del suelo. Forman un manojo de 30-40 cm en todas direcciones, compuesto de largas hojas estrechas y lineales, ligeramente colgantes, de un verde lustroso.  Las hojas de los amarilis se secan y desaparecen cuando la planta entra en reposo, entre mayo y junio. En esta época del año, un suelo seco favorece la buena salud del bulbo y su floración al año siguiente. Con el tiempo, el bulbo produce pequeños bulbos hijos, lo que permite a la planta formar colonias. Todas las partes del amarilis son tóxicas si se ingieren.

El Amarilis belladonna Alba no necesita compañeros para exhibir su belleza, evidente. Se plantará entre pequeños arbustos o plantas vivaces que ocultarán su ausencia en verano: asters enanos, geranios vivaces sanguíneos y santolinas también adornarán sus tallos un poco rígidos a finales de verano. Exponerlo preferiblemente al sol, no muy lejos de la casa para disfrutar plenamente de su belleza y su sutil perfume. El Amarilis Belladonna tiene éxito en tierra abierta solo en regiones donde el invierno es suave y el verano seco a muy seco. En otros lugares, se le reservará una bonita maceta para protegerlo de la humedad excesiva en verano, pero también de las heladas intensas en invierno.  

Importante saber : no hay que confundir el Amarilis Belladonna con los Hippeastrums, llamados Amarilis por un error de lenguaje directamente relacionado con un error cometido en el siglo XVIII. Fue Linné quien lo utilizó para nombrar la especie americana. Sin embargo, el nombre ya se usaba para la especie sudafricana. Convencionalmente, se ha conservado la denominación Amarilis para ambos. Y para distinguirlos, se añade la mención Hippeastrum para el primero, y Belladonna para el segundo. Hay que decir que ambos merecen este nombre: Amarilis significa « brillante » y, en la literatura griega clásica, la planta fue objeto de un poema pastoral donde la bella pastora Amarilis muere de un amor que solo le será accesible después de una terrible herida. De su sangre surgirán hermosos ramos de flores rojas. Desde entonces, el término es sinónimo de belleza altiva.