Nakati Gilo - Solanum aethiopicum

La Berenjena africana o Nakati es una especie muy hermosa de berenjena exótica originaria del continente africano. Original por su vegetación densa que puede alcanzar 1,50 m de altura, ofrece frutos con una pulpa firme, crujiente y jugosa que es preferible consumir antes de la madurez para apreciar su sabor dulce y ligeramente amargo. Para optimizar su potencial de producción, la "Nakati" necesita sol y calor. Aprecia un suelo rico, húmedo, profundo, ácido a neutro, así como riegos regulares. También es apreciada como planta ornamental y decorativa gracias a sus frutos coloridos. Se siembra de febrero a abril en un lugar cálido y se cosecha de junio a octubre.

La Solanum aethiopicum, más comúnmente conocida como Berenjena africana o Nakati, también se conoce en los países donde se cultiva como: Jiló, Berenjena escarlata, Berenjena etíope o Tomate amargo. Pariente cercana de la berenjena clásica, pertenece a la familia de las solanáceas, al igual que el tomate y el pimiento. Solanum aethiopicum es una planta domesticada, derivada de la especie silvestre Solanum anguivi. Es cultivada principalmente en toda África tropical y en América del Sur, especialmente en Brasil. Poco conocida en Europa, se encuentra en el extremo sur de Francia e Italia. La berenjena africana es una de las principales verduras de África tropical húmeda.

La Berenjena africana es una planta herbácea perenne en climas tropicales, cultivada como anual en nuestras latitudes. Se desarrolla en forma de un arbusto tupido, bien ramificado, que puede alcanzar de 1 a 1,50 m de altura. Las hojas, unidas a las ramas por un largo pecíolo, miden de 10 a 30 cm de largo y de 10 a 20 cm de ancho. De color verde, son sedosas con bordes ligeramente lobulados. De junio a agosto, aparecen inflorescencias en cimas muy cortas, agrupando de 5 a 12 flores, con una corola blanca, a veces violeta claro, de 1 a 2 cm de diámetro, con estambres amarillos. Polinizada por insectos, cada flor da lugar a un fruto carnoso, globular, ovoide o fusiforme, de 4 a 6 cm de diámetro, 60 a 80 gramos, más o menos acanalado, con piel lisa, de color verde que se vuelve rojo anaranjado en la madurez, conteniendo numerosas semillas planas.

Hay que reconocer que su fruto es muy bonito y colorea agradablemente el huerto. También presenta numerosos beneficios nutricionales. Bajo en calorías como la mayoría de las verduras, rico en agua, contiene sales minerales como potasio y manganeso. También se distingue por su riqueza en vitamina C y K y antioxidantes. Las hojas de la berenjena africana tienen propiedades terapéuticas (acciones digestivas, antiinflamatorias) y farmacológicas (propiedades antibacterianas, antifúngicas y cicatrizantes). A diferencia de la berenjena clásica (Solanum melongena), el fruto se puede consumir cuando está maduro, adquiriendo tonos rojizos. Sin embargo, la maduración aporta un sabor amargo poco agradable, por lo que generalmente se consume verde.

Sensible al frío, la berenjena africana no tolera temperaturas inferiores a 4°C. En Francia, se cultiva en las regiones mediterráneas o en invernaderos.

En la cocina: la berenjena africana se consume cruda, en frutos frescos o cocida con carnes u otras verduras. Muy apreciado en Senegal, el caviar de berenjena africana es una especialidad a base de limón y ajo. Las hojas también se pueden comer como una verdura de hoja al estilo de las espinacas. Cuidado, los tallos y las hojas contienen solanina y no deben consumirse crudos.

La cosecha: Los períodos de cosecha van de julio a octubre y varían según la fecha de siembra. Se necesitan de 70 a 90 días después de la siembra. La recolección se realiza gradualmente, cuando los frutos han alcanzado su tamaño máximo y aún están inmaduros. En este punto, son verdes a naranjas, su sabor es dulce y ligeramente amargo, ya que se vuelven más ácidos al madurar. Para una mejor conservación, asegúrate de recolectar el fruto con su pedúnculo.

La conservación: la berenjena africana se conserva menos tiempo cuanto mayor es su contenido de agua. Se mantienen bien unos días en el cajón de verduras de tu refrigerador. Al aire libre, los frutos maduros se estropean rápidamente y no se conservan más de 2 o 3 días.

El truco del jardinero: Dejando los frutos secos en la planta, al estilo de las calabazas ornamentales, se vuelven muy decorativos y duran más que cualquier calabaza.