Mango - Mangifera indica

Mangifera indica, el Mango, es un árbol frutal originario de la India, con un tronco corto pero una copa densa y redondeada, de aspecto muy elegante. Desarrolla un hermoso foliaje persistente y aromático. Su fruto, el mango, es conocido y apreciado tanto por sus cualidades gustativas como por su riqueza en vitaminas. En Francia, se puede cultivar simplemente en macetas por sus cualidades ornamentales, sin esperar una floración o fructificación. Aprecia un sustrato rico, bien drenado, una exposición cálida y húmeda. Se cultiva idealmente en un invernadero o una veranda, con eventualmente una salida al exterior en la temporada cálida.

El Mangifera indica pertenece a la familia de las anacardiáceas. Es originario del este de la India y de Birmania, donde se cultiva desde hace más de 4 000 años. Este árbol fue introducido en el siglo XVI en África por los árabes y en Brasil por los portugueses. Se cultiva ampliamente en todos los países tropicales, especialmente en África, en La Reunión y en la isla Mauricio, en las Seychelles, en las Antillas y en Brasil. El Mango es un árbol grande que puede alcanzar entre 10 y 25 metros de altura, con una copa de 20 metros de diámetro, en su entorno natural. Su corteza es lisa, de un gris-marrón oscuro a negro. Sus hojas persistentes, alternas y enteras, de forma oblonga y puntiaguda, miden de 15 a 35 cm de longitud por 6 a 16 cm de ancho. Estas hojas desprenden un olor a trementina cuando se arrugan y su paleta de colores evoluciona de un rosa anaranjado a un verde oscuro pasando por un rojo oscuro brillante a lo largo de su crecimiento. Es una planta monoica que produce tanto flores masculinas como flores hermafroditas. Pueden ser polinizadas por el viento o las abejas, aunque el árbol suele ser autopolinizante. Las flores, de color blanco rojizo, son pequeñas y se agrupan en racimos terminales. Cada flor consta de cinco pétalos, sépalos y estambres, rodeando un ovario superior con un único óvulo. La fructificación ocurre tres a cuatro meses después de la floración en primavera, dando lugar a drupas oblongas, unidas por un largo pedúnculo, con una notable variabilidad de tamaño según las variedades. La piel del fruto, lisa y resistente, presenta a la madurez tonalidades de verde, amarillo o escarlata, adornadas con diversas marcas. El hueso, de tamaño considerable y aplanado, contiene una semilla única, rodeada de fibras más o menos presentes según las variedades. La pulpa del fruto, que varía en textura y sabor según las variedades, ofrece una experiencia gustativa rica, untuosa y jugosa.

Para cultivar un mango en casa, plántelo en una maceta protegida del frío, idealmente en una veranda o en un invernadero templado e incluso en un apartamento. En maceta, como planta de interior, alcanza aproximadamente 1,5 m de altura, con una porte erguida y luego extendida. Al mango le gusta la luz plena sin sol directo en un sustrato arenoso y bien drenado, que permanezca fresco. Constituye una magnífica planta de interior, gracias a sus nuevas hojas cuya coloración rosa bronce que se vuelve rojo oscuro antes de tornarse verde es sorprendente. La temperatura óptima de cultivo del mango se sitúa entre 21°C y 26°C. El frío lo afecta cuando las temperaturas son inferiores a -1°C. En verano, las temperaturas de nuestros interiores le convienen perfectamente y en invierno, una habitación muy luminosa a 15°C lo satisface. En verano, se puede trasladar al jardín, a media sombra, en una exposición bien resguardada. Su floración invernal es muy rara en interior, y no cuente con una fructificación.