Protea eximia

Protea eximia es una notable protea arbustiva que florece en las montañas de Sudáfrica, hasta 1500 m de altitud. Esta especie botánica es  un poco más resistente que sus primas de las llanuras, y sobre todo menos exigente en cuanto al clima, lo que permite aclimatarla más fácilmente en los jardines costeros, instalada en una rocalla no calcárea y muy soleada. Esta protea se caracteriza por grandes hojas gruesas y pruinadas más o menos azuladas a rojizas y unas flores muy hermosas con brácteas rosa-rojas rodeando un corazón purpúreo. Sin embargo, la cultura en grandes macetas sigue siendo preferible, no solo para controlar la composición del sustrato de cultivo, sino también porque es indispensable guardar las plantas jóvenes ante las primeras heladas.

Protea eximia, anteriormente conocida como Protea latifolia, es comúnmente llamada protea de hojas anchas o también protea duquesa. Esta especie endémica de la provincia del Cabo está presente en todas las montañas costeras sudafricanas, desde Worcester al oeste hasta Port Elizabeth al este. En la naturaleza, es un gran arbusto que crece en extensas colonias, ocupando hábitats variados en términos de altitud y clima. Cuando están en flor, las grandes poblaciones de Protea eximia ofrecen un espectáculo impresionante. Una gran adaptabilidad permite a esta protea florecer en suelo abierto hasta en los jardines de Cornualles, en el extremo sur de Inglaterra. Todas las proteas son plantas perennes arbustivas de la familia de las proteáceas originarias de la región del Cabo en Sudáfrica. Extrañas en todos los aspectos, a menudo necesitan fuego para germinar sus semillas.

La Protea eximia es un arbusto de crecimiento lento, poco ramificado, con porte erguido bastante denso. En suelo abierto, bajo nuestras latitudes, la planta alcanza una altura de 2 m con 1,50 m de envergadura. Los tallos llevan hojas gruesas y aplanadas, midiendo de 6 a 10 cm de largo por 3 a 6,5 cm de ancho, de forma oval a oval alargada, en forma de corazón en la base. Su limbo es coriáceo, cubierto de una pruina blanquecina que les confiere un color glauco, azulado. A veces, el follaje se tiñe de rosa-rojizo. En nuestros climas, la floración suele tener lugar en primavera, e incluso en verano, no todas las plantas florecen necesariamente al mismo tiempo. Las flores aparecen en la parte terminal de los tallos. Son inflorescencias anchas de 10 a 14 cm en forma de cono invertido. Cada una presenta 5 a 6 filas de brácteas delgadas en la base, espátulas en su extremo. Estas brácteas muy decorativas son sedosas en el exterior, pero vivamente coloreadas de rosa-rojo en el interior. El corazón de cada inflorescencia está ocupado por una multitud de largas flores con base amarillenta y extremo color carmesí claro. La floración de las proteas atrae a numerosos insectos polinizadores y da lugar a algunas semillas casi tan grandes como nueces, aterciopeladas. Las raíces gruesas de esta planta también le sirven como órgano de reserva. En caso de incendio, la protea es capaz de regenerarse a partir de sus raíces, alimentada por sus propias cenizas.

Las proteas son plantas poco rústicas, extrañas y fascinantes, pero la Protea eximia, según los apasionados de estas plantas a veces caprichosas, es una de las plantas más fáciles de cultivar. Los floristas, al igual que los jardineros, aprecian la longevidad de su flor a menudo desmesurada, adornada con colores refinados. Se instalará en los jardines costeros protegidos de las fuertes heladas, en suelo ligero, pobre, ácido a neutro. Lucirá bien aislada, en grandes taludes o en una gran rocalla, siempre en una situación despejada, a pleno sol. En un jardín exótico, se puede asociar con la Leucadendro de las Islas Canarias o de Madeira, las Puya, Euphorbia mellifera, entre otros.

Un sistema radicular original, adaptado a suelos pobres y secos :

Las plantas que crecen en suelos pobres en elementos nutritivos a menudo forman una simbiosis con hongos del suelo que favorecen la absorción de agua y nutrientes. Pero las Protea han elegido otra estrategia : desarrollan una gran cantidad de raíces laterales especiales a lo largo de sus raíces. Estas raíces se denominan proteoides y son inducidas por la lluvia, se desarrollan bajo la capa de hojas muertas que cubre la base de la planta. La lluvia favorece la descomposición de las hojas, lo que se traduce en la liberación de nutrientes. Estas raíces efímeras generalmente se secan al final del período de crecimiento. Tienen una capacidad de absorción de agua y nutrientes dos veces mayor que las raíces "normales".